Vivimos en un mundo de consignas, frases cortas, políticas a corto plazo… se gobierna a base de ocurrencias que nos perjudican a todos.
Cuando yo daba cursos de educación canina a domicilio, veía claramente qué dueños estaban dispuestos a trabajar y quienes me contrataban para que les enseñara dónde estaba el botón, debajo de qué axila se encontraba el interruptor que hacía que su perro se quedara tranquilo o le hiciera caso. Con ese tipo de dueños, que eran frecuentes, notaba que, si la frase era un poquito larga, ya no les interesaba.
El mundo se sigue moviendo por consignas cortas. Mensajes claros y reducidos que nos permitan clasificar y simplificar para enseguida poner un cartelito a lo que sea y pasar a lo siguiente. El ser humano funciona así, necesita clasificarlo todo, la física, la química, la naturaleza, las ideas, las personas… necesitamos colocarlo todo en nuestra estantería mental para entenderlo.
Si bien es cierto que mucha gente quiere tener muchos datos para clasificar mejor, muchos otros no quieren líos y piden las cosas sencillitas. Así, a pesar de vivir en una época de acceso a la información sin precedentes, la mayoría de los humanos se siguen moviendo por consignas, ideas preconcebidas, supersticiones y tópicos.
Los políticos se dieron cuenta de todo esto hace tiempo, pero en los últimos tiempos es demasiado descarado, ayudados por un periodismo que, ya sin pudor, se divide entre periodistas que muestra su carné de militante mientras pretenden seguir siendo tomados en serio.
La verdad, los hechos históricos, las hemerotecas, nada de eso sirve, pues puede ser cambiado, como en el libro 1984. Ahora Franco no fue un dictador y Nicolás Maduro tampoco.
Pero lo más grave es que la reflexión, la visión global, las políticas a largo plazo, todo ha sido sustituido por las consignas, que se entienden y se recuerdan mucho mejor. Basta decir que el paro lo crean los inmigrantes y negar la violencia machista para tener 24 escaños en el Congreso de los Diputados.
Y la descalificación es la nata de todo esto. Da igual lo que haga el contrario; hay que estar en contra. La oposición a cara de perro, que perfeccionó el Partido Popular de Aznar, se ha extendido como la pólvora y nos explota continuamente en la cara a los ciudadanos, que somos los únicos perjudicados de estas políticas parciales, interrumpidas y cambiadas cada cuatro años.
Y un claro ejemplo de esto es Madrid Central. Nadie dudaba de que había que hacer algo con la contaminación en Madrid, sobre todo tras ocho años de negación del problema por parte de Ana Botella, y tras una puesta en marcha, con sus complicaciones normales, cuando la población empieza a tomar conciencia del problema y de su solución, la primera medida del nuevo alcalde José Luis Martínez-Almeida es cancelarlo sin ninguna justificación razonable. Solo una. Que lo había hecho el partido de enfrente.

Solo tras el tirón de oreja de Europa, debe recular e improvisar. No lo quitarán, será más, dijeron, ¿más qué? Más, más.
Madrid Central 360 es un plan lleno de consignas, pensado para salir del paso, pero que no soporta un análisis exhaustivo. De momento se permite entrar a las motos y a los coches con dos o más ocupantes, lo que no se entiende si lo que quieres es reducir los niveles de humo del centro de la ciudad. Otra medida estrella, el soterramiento de la A5, va a suponer una obra faraónica que eliminará el ruido a los vecinos del Paseo de Extremadura pero que no va a disuadir a nadie de coger el coche.
La «línea de ayudas histórica» para comprar coches nuevos eléctricos, híbridos y diésel/gasolina (etiqueta C), queda muy bien en un titular, pero en la práctica no deja de ser una subvención a las personas con mayor poder adquisitivo. Seguir ayudando a los coches con motores de combustión no tiene sentido, los híbridos son una solución a medias y los eléctricos solo están al alcance de unos pocos (¿dónde enchufo mi coche si vivo en un 4º sin garaje?)
El llamado bosque metropolitano (100.000 árboles nuevos dentro de la ciudad), peatonalizar la Puerta del Sol, más bicis… proyectos todos «en estudio» que no está claro que se vayan a implantar correctamente. Ocurrencias para llenar titulares y satisfacer a sus seguidores. Tweets sin el respaldo de un plan integral, sin un objetivo a largo plazo, sin afán de continuidad porque se ha tomado de nuevo de forma unilateral.
Pero eso vale. Da igual que al final de la legislatura no se haya hecho gran parte de lo explicado en el Plan, a bombo y platillo. La verdad está para cambiarse y los ciudadanos tienen muy poca memoria. Ellos sí que han encontrado el interruptor debajo de nuestra axila.