La cultura, al igual que los sentimientos o la inteligencia, parecían exclusividad del ser humano. Hecho a semejanza a Dios, los humanos no podíamos compartir características animales, y la ciencia tampoco era capaz de demostrar empíricamente rasgos «humanos» fuera de nosotros. Hasta ahora.
El siglo XXI está siendo una auténtica época dorada de la investigación en inteligencia animal, tema que hemos tratado repetidamente en CulturaAnimal. Varios centros punteros, como la Universidad Eotvos Lorand de Budapest, no paran de publicar estudios que demuestran que muchas especies animales comparten muchas formas de pensamiento o inteligencia con nosotros, o, viéndolo desde otro punto de vista, que todos los animales tenemos en común diversas formas de aprendizaje y pensamiento que nos son útiles para la supervivencia.
Sabemos que los elefantes sienten pena por los seres queridos fallecidos o que los primates o los cuervos son capaces de fabricar herramientas. También sabemos que el engaño es frecuente entre los babuinos y que los monos capuchinos tienen un sentido de la injusticia que les hace dejar de hacer caso a los investigadores si ven como dan mejores premios a otros por hacer lo mismo.
Cada vez más vamos aceptando que los mamíferos o algunas aves, con un cerebro complejo y físicamente muy parecido al nuestro , son muy inteligentes, pero, ¿y las abejas? Estos animalitos con su simple cerebro y que tradicionalmente se considera que todo lo hacen por instinto, ¿son capaces de tirar de una cuerda para conseguir comida y enseñárselo a los demás miembros de la colmena?
La investigación del Queen Mary University of London, realizado por Sylvain Alem, Clint J. Perry, Xingfu Zhu, Olli J. Loukola, Thomas Ingraham, Eirik Søvik y Lars Chittka y publicada en Plos Biology , demuestra que sí, que las abejas pueden aprender a tirar de una cuerda para conseguir una mezcla de agua con azúcar, pero no solo eso, son capaces de enseñárselo a otras. Hasta el 60 % de las abejas podían tirar de la cuerda solo después de haber visto a alguna de las pioneras hacerlo. Así, tras un tiempo, la mitad de la colmena podía tirar de la cuerda, habilidad que no desaparecía ni aún cuando las pioneras fallecían. Se convertía así en un patrimonio cultural de esas colmenas, que no tenían las colmenas vecinas.
Siempre se ha considerado la cultura humana como un escalón final en la evolución que requería de una estructura mental avanzada, pero este descubrimiento sugiere que su origen pudo surgir desde estructuras mucho más humildes, y por tanto estar presentes en muchas más especies.