• 9 diciembre, 2023
  • Last Update 29 octubre, 2023 1:54 pm
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Estrés continuado en gatos

Estrés continuado en gatos

Mucho se habla del estrés puntual en gatos debido a un cambio de domicilio o a la llegada de un nuevo compañero pero, pasada la primera fase, ¿sabemos cuando un gato sigue con ansiedad?, ¿sabemos reconocerlo y cuáles son las consecuencias de un estado de alerta permanente?

Los gatos que no han sido socializados en las primeras semanas de vida no aceptan bien los cambios y tardan más en adaptarse. Pero aún así, tras pasar las primeras semanas escondidos bajo al cama o incluso haciendo sus necesidades fuera del arenero, se acostumbran y hacen vida normal; pero, ¿y si la fuente de estrés no desaparece? En el caso de la introducción de otro gato o perro, por ejemplo, aunque los síntomas más evidentes desaparezcan, nuestro gato puede seguir con un nivel alto de estrés sin que lo valoremos correctamente. Como hay una ligera mejoría y sale de debajo de la cama pensamos que ya está bien, sin darnos cuenta de que vive en un estado diario de ansiedad.

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Hay muchas posibles definiciones de la ansiedad, pero una muy completa sería esta:

La ansiedad se caracteriza por una actitud de alerta o activación generalizada que, partiendo de sensaciones difusas de peligro, provoca respuestas vivenciales, fisiológicas, conductuales, cognitivas y asertivas.

La alerta ante un peligro es algo natural y positivo. Gracias a ella, el cuerpo se prepara para una posible huida o un posible ataque. En los gatos, esos momentos de tensión se reconocen fácilmente por las pupilas dilatadas, orejas hacia atrás y cuerpo arqueado. Sustancias química como la adrenalina fluyen por el cuerpo acelerando el pulso y el riego sanguíneo preparándole para el posible esfuerzo físico. La mente se centra en una cosa, bloqueando lo demás.

Pasado el peligro, el cuerpo recupera su forma, los niveles químicos se normalizan, el corazón regresa a su ritmo normal y la mente vuelve a ser consciente de todo lo que le rodea, recuperando su curiosidad y su capacidad de aprender…, o no. Ahí empieza el problema.

SÍNTOMAS. Si no tenemos referencia de cómo se comporta el gato cuando está calmado, porque haya sido adoptado de adulto, puede ser más difícil ver algunos síntomas. Por eso hay que estar atento. Un gato estresado puede moverse por la casa e incluso jugar, depende de lo que le cause la ansiedad: nosotros, otro gato, un perro, un niño pequeño, ruidos…

Si partimos de la definición de ansiedad, un gato estresado estará siempre alerta, se moverá con precaución y vivirá dispuesto a salir huyendo en cualquier momento. Si notamos cambios significativos cuando desaparece momentáneamente el foco de estrés (sacamos a pasear al perro, por ejemplo), nos daremos cuenta de que nuestro gato no está a gusto el resto del tiempo.

CONSECUENCIAS. El daño psicológico es casi peor que el físico, porque es sordo. En el caso de los gatos, algunos comportamientos extraños podemos justificarlos por su carácter más independiente o huraño y es posible que pase mucho tiempo sin que muestre síntomas más evidentes, pero al final saldrán.

Y hay que ser conscientes de que cuando surgen los problemas físicos como lamerse hasta hacerse calvas, producirse lesiones, marcar de forma exagerada y fuera del arenero o la aparición de infecciones sin causa aparente, es porque lleva mucho tiempo sufriendo en silencio.

Aunque es cierto que algunos síntomas pueden parecerse a los de una alergia alimentaria o por parásitos, si sospechamos que nuestro gato puede sufrir ansiedad debemos comunicárselo al veterinario para que pueda hacer un diagnóstico más certero. Él verá si las calvas son en las axilas (típicas de estrés) o en los costados (típicas de alergia) y determinará si todos los síntomas encajan con el trastorno.

De ser así, podrá poner tratamiento a las causas físicas y darnos consejos para reducir la ansiedad, aunque si no eliminamos el foco del estrés, no servirá de nada.

EN RESUMEN. Poco se habla del sufrimiento psicológico de los gatos, tal vez por su poca expresividad en comparación con los perros, pero el estrés es un trastorno peligroso que baja las defensas y genera muchos problemas. Incluso muchas protectoras de gatos, preocupadísimas por las alergias y el maltrato, obvian el estrés continuado del animal en las casas, como si eso no les hiciera sufrir.

Queda mucho por estudiar de la psicología felina. Falta ciencia y sobra esoterismo. Pero de eso ya hablaremos en otro  momento.

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Bloguero y divulgador de temas de naturaleza.

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