El equilibrio de los ecosistemas es delicado, por eso la desaparición de cualquier especie influye en todas las demás y la aparición de nuevas, obviamente, también. El gato, fuera de su hábitat natural, es un depredador muy eficaz y muy peligroso.
Hace unos días, me llegó por WhatsApp un mensaje de una protectora felina solicitando mi firma para una petición un tanto peculiar. La iniciativa de la protectora Amics per sempre constaba así, (reproduzco literalmente):
«LOS GATOS DESDE HACE MUCHO TIEMPO, ESTAN SUFRIENDO TODO TIPO DE AZOTES, TORTURAS Y MUERTES PARA CONSEGUIR ACABAR CON ELLOS Y LO ESTAN CONSIGUIENDO YA ESTAN EXTERMINADOS DE POR LO MENOS 83 ISLAS DE TODO EL MUNDO Y SUBIENDO. TODOS UNIDOS TENEMOS QUE PONER FIN A ESTA MASACRE Y BLINDAR Y PROTEGER AL GATO EN TODO EL MUNDO, NO PODEMOS CONSENTIR QUE SE SIGA MALTRATANDO Y MATANDO IMPUNEMENTE A ESTOS ADORABLES SERES!! NECESITAMOS ESTAR UNIDOS POR UNA VEZ, TODAS LAS PERSONAS QUE AMAN A LOS ANIMALES SEAN DEL LUGAR DEL MUNDO DE DONDE SEAN, PORQUE LA UNION DE TODOS GARANTIZA LA SALVACION DE LA ESPECIE. PAREMOS SU EXTINCIÓN!! HAGAMOS DEL GATO UN ANIMAL PROTEGIDO!! «LA UNION DE TODOS, GARANTIZA NUESTRO EXITO»»
Y solicitaban que se declarara al gato especie protegida en todo el mundo. Esto me parece de una falta de información importante y de un ecologismo de salón contraproducente. Voy a explicar por qué.
Si hablamos en términos de conservación de naturaleza, hay que hacerlo con propiedad. Lo que la protectora no dice es que los gatos en todas esas islas no eran especies autóctonas, es decir, no eran originarios de esas zonas.
Para saber cual es su distribución original hay que fijarse en su antecesor salvaje, el gato montés (Felis sylvestris), y vemos que ocupa toda Europa, parte de Asia y África, pero ninguna isla del pacífico ni de oceanía:
Trabajo propio
–El gato doméstico que surge de él, el Felis silvestris catus, llegó mucho más lejos pero de forma artificial; llevado por el ser humano en los barcos para combatir a las ratas y a los ratones. De este modo colonizó zonas donde nunca habría llegado por sí mismo.
Porque más allá de su vida como mascotas, primero son animales y además carnívoros (por mucho que algunos intenten que se hagan veganos) y se adaptan muy fácilmente a vivir lejos de los humanos. Esto es así incluso en España, donde muchos gatos habitan asilvestrados en bosques y zonas despobladas, conviviendo e hibridándose con el gato montés.
Pero si bien en sus territorios originales no suponen un problema, sí lo son en las islas, pues debido a su aislamiento muchas especies evolucionaron sin depredadores naturales y por lo tanto sin sistemas de defensa. Así, especies como los rálidos (rascón de Guam, rascón de Nueva Caledonia, gallinetas…) perdieron la capacidad de volar y anidaron en el suelo sin miedo. No tenían por qué tenerlo.

Es fácil de imaginar lo que un solo gato puede hacer con estas aves indefensas. Por ejemplo, el rascón de Guam está en peligro crítico de extinción y no hay ninguna población salvaje estable.
Otra ave en peligro es la pardela culinegra, (Puffinus opisthomelas)
que anida en la isla de La Natividad, en México. Los gatos domésticos asilvestrados la llevaron casi hasta la extinción y solo se ha podido recuperar tras la eliminación del felino de su hábitat.
Y no siempre ha habido suerte. En 1894, la gata del farero de la Isla de Stephens, en Nueva Zelanda, se escapó preñada y sus retoños acabaron por completo con el chochín de Stephens, una especie de ave no voladora endémica de esa isla, es decir, que no existe en ningún otro lugar del mundo. Ya solo quedan ejemplares disecados.
Posiblemente no sea tan bonito como el gato, la verdad es que es más bien feo, pero en la naturaleza eso da igual. Debemos ser conscientes de la importancia de la biodiversidad y en las islas habitan el 15% de todos los animales del planeta.
En España también hay casos, como el del lagarto gigante de La Gomera, (Gallotia bravoana), otra especie endémica cuya supervivencia se complica debido al depredador felino o en La Graciosa, donde grupos ecologistas y científicos del CSIC están estudiando su posible erradicación para proteger los nidos de aves marinas y rapaces y conservar la biodiversidad del Archipiélago Chinijo.
Cada vez hay más científicos y conservacionistas que piden liberar de estos felinos a las islas menores de 200 km cuadrados para salvaguardar a miles de especies, pero en Occidente apenas se están tomando iniciativas por temor a la opinión pública.
EL GATO COMO ESPECIE INVASORA
Nuestro amado minino tiene la misma calificación en estas islas que el visón americano, la cotorra argentina, el mapache, el cangrejo americano o la tortuga de florida en España, especie invasora que acaba con la población autóctona.
El gato, además, es un cazador extraordinario con un éxito reproductivo rotundo. A diferencia de los perros o del propio ser humano, la hembra felina ovula cuando hay monta, de modo que el éxito está prácticamente asegurado en cada encuentro sexual.
Esta ovulación inducida hace que una pareja de gatos puedan multiplicarse rápidamente, sobre todo si disponen de presas fáciles y desprevenidas. Esto nos lleva a otro gran error de la propuesta del principio. Solo en España se estima que hay 4 millones de gatos, mientras que lobos, por ejemplo, especie cinegética al norte del Duero, llegan a 2500 ejemplares en los censos más optimistas.
La estimación de gatos domésticos en el mundo se dispara a 230 millones de ejemplares según la FEDNA, por lo que dista mucho de ser una especie en peligro a la que haya que salvar.
UN ECOLOGISMO/ANIMALISMO MAL ENTENDIDO
Hay que reconocer la labor de las protectoras de perros y gatos, desinteresada y esforzada, pero es fácil que el amor por un animal nos impida mirar más allá. La pena es mala consejera y creo que no se puede ayudar a los animales por lástima porque impide tomar decisiones sensatas y se pierde longitud de miras.
Por eso creo que la solicitud de Amics per siempre es errónea por varios motivos:
- Es absurdo apelar al amor a los animales para pedir la salvación de una especie que está poniendo en peligro a otras muchas.
- La estrechez de miras y no querer informarse llevan a plantear mal el problema. Los gatos deben ser erradicados de muchos lugares a donde han llegado gracias al ser humano, pero no necesariamente deben ser eutanasiados. En Japón, se llevaron a Tokio a los gatos capturados en la isla de Okinawa, los esterilizaron y los dieron en adopción, en otros casos se les puede marcar, esterilizar y controlar, pues un gato asilvestrado es probable que no se adapte fácilmente a estar encerrado en una casa. En todo caso es más importante plantear soluciones que medidas del todo imposibles.
- Enlazado con el punto anterior, aunque nos pueda el buenismo, es imposible que se declare al gato doméstico, sin ningún riesgo de extinción, especie protegida en todo el mundo cuando hay tantas otras que sí lo están, ¿sabéis que el gorrión común está en clara regresión a nivel mundial desde hace unos años?.
- Saturar las redes con peticiones sin fundamento y sin razón científica hace más difícil que la gente se tome en serio la solicitud de firmas para medidas más urgentes, como conseguir el mismo nivel de protección del lobo ibérico en toda España o la creación, de una vez por todas, de una ley nacional de protección animal.
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