La pincelada anterior (ver aquí) iba sobre un libro que utilizó Cervantes cuando escribió su última novela, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, para documentarse sobre la vida y costumbres de los países nórdicos. Este libro era La historia de la gentes septentrionales, de Olaus Magnus, escrito en 1555.
Olaus hace un repaso sobre las gentes, los paisajes, las tradiciones y por supuesto los animales de los países del norte. Dentro del libro de los animales silvestres, hablamos del capítulo 10, sobre la maldad de los lobos, y aplazamos hablar del capitulo 11 “De la múltiple especie de lobos”.
En él habla de un tipo de lobo blanquecino, que campea en “rebaño como los ganados” y que vive en los montes Doffrinos, unas montañas que están a unos 300 kilómetros al norte de Oslo, en la actual Noruega. A diferencia de los lobos de África y Egipto que “son torpes y pequeños lobos” estos lobos del norte son “huraños y feroces”, de tal manera que aunque comen topos y ratones, también acechan con insolencia al ganado.
El lobo grande y blanquecino al que se refiere Olaus, debe ser el canis lupus albus, una subespecie del lobo gris grande y de pelaje claro que habitaba en toda la zona norte desde Rusia hasta Escandinavia. Ya aparece aquí, en el siglo XVI, observaciones de cómo los lobos de zonas frías comían pequeños mamíferos en épocas de escasez.
Aunque se refiere a una montería que hacían los hombres “con redes, perros y demás asechanzas”, no podemos saber si además había otro tipo de estructuras de caza que sí sabemos que había en España, como los callejos, paredes de piedra de varios kilómetros que desembocaban en un hoyo y que algunos se estuvieron utilizando aquí hasta mediados del siglo XX.

Por último, define un género de lobo denominado Thoës “por la pequeñez de sus patas; veloz en el salto, vive de la caza, inocuo para el hombre. Cambia el vestido, no el color: en invierno, erizado; en verano, desnudo”.
Thoës es una palabra latina que significa chacal, y la definición está sacada literalmente del libro de Plinio el viejo. No sé si Olaus realmente vio algún tipo de carnívoro más pequeño o sacó la definición directamente del latino, pues no hay chacales en Noruega.
Es interesante mirar a lo escrito en el pasado para darnos cuenta de lo que el ser humano ha aprendido en el camino. Los siglos de convivencia con el lobo no han servido para conocerlo mejor, porque las observaciones estaban tamizadas por el odio y el miedo. Pero eso, mejor lo dejamos, para otra pincelada.
Patricio Jiménez.