• 10 junio, 2023
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El lobo en la mitología

El lobo en la mitología

Hubo un punto de inflexión clave en la relación entre el hombre y el lobo. Y aunque pensemos que nuestra época es la peor, ese punto ocurrió hace 12.000 años. Desde que el ser humano dejó de ser cazador/recolector para convertirse en ganadero y agricultor. Fue un proceso largo, de miles de años, pero sin duda ese momento fue el inicio de dos caminos que explican nuestra relación con la naturaleza hoy en día.

La primera consecuencia fue un distanciamiento con el medio natural. El ser humano sigue inmerso en la naturaleza, pero ya empieza a modificarla. No depende de la misma manera de «lo natural y salvaje» pues va a sacar lo que le interesa y lo va a domesticar, es decir, lo va a meter en el domo, en la casa, y lo va a adaptar a sus necesidades.

La otra consecuencia es el utilitarismo de la naturaleza, que se divide en lo que es útil y lo que no lo es. Esto se inicia, obviamente, en el ámbito rural, que es el único que había. El origen de los ecosistemas creados por el hombre sigue esta premisa. 

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La dehesa es el tipico ecosistema creado por el hombre

De forma natural, estas maneras de pensar se reflejan en las religiones y mitologías, más claramente cuando más modernas son, y donde los humanos están hechos a imagen y semejanza del dios o de los dioses. La aparición de animales es imprescindible en todas ellas, pero o bien tienen forma bípeda o están ligados a un dios humanoide. Las religiones donde los dioses son partes de la naturaleza (árboles, montañas, bosques…) y donde el humano es considerado parte de ella y por tanto solo debe tomar lo imprescindible para sobrevivir, siempre están ligadas a sociedades muy primitivas (en el sentido antiguo de la palabra) y desde luego fueron absorbidas por otras de signo muy contrario.
El mundo de las creencias y las religiones es muy amplio y complejo, por lo que es fácil que se puedan encontrar excepciones a estas normas, pero es claro como las religiones modernas, las más seguidas en el mundo, siguen estas premisas.

Dentro de ellas, el lobo siempre ha mantenido dos significados: como protector; apareciendo en corazas, lanzas de carro, escudos o leyendas como la de Rómulo y Remo; y como acompañante o figura relacionada con los infiernos o el mundo de los muertos, con representaciones en vasijas, estelas funerarias o leyendas como la que le relaciona con Loki, Dios germano de los infiernos.

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Todas las religiones europeas y del ámbito mediterráneo comparten figuras e ideas, mitos y personajes, de forma que íberos, celtas, etruscos, griegos, romanos o centroeuropeos, comparten muchas características. Ese bagaje es recogido por la religión cristiana en la Edad Media, por lo que sería injusto echarles la culpa de todos los males, aunque sea en su Biblia donde se recoge, en el versículo 28 del Génesis: «Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» 

El Cristianismo recogió muchas tradiciones paganas pero otras quedaron relegadas al ámbito de lo esotérico y las supersticiones. El lobo quedó ahí. Su figura como animal salvaje y maligno siguió presente, ya hablaremos en otra ocasión del pasaje entre el lobo y San Francisco de Asís, espoleada por un desconocimiento sobre su comportamiento y biología y por un odio feroz debido al daño al ganado doméstico. Curiosamente, los dos caminos que empezamos a recorrer al principio de la pincelada: distanciamiento con el medio natural y utilitarismo de la naturaleza.

LOBO DE GUBBIO
Queda por hablar del lobo como representación de lo salvaje y de la importancia de su figura como desestabilizador del establishment, pero eso mejor, lo dejamos, para otra pincelada.

Patricio Jiménez

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Bloguero y divulgador de temas de naturaleza.

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1 Comment

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  • La revolución ecologista , 13 mayo, 2018 @ 9:19 am

    […] una pincelada anterior, vimos cómo el lobo era víctima de las dos causas principales de que hace 12.000 años el ser […]

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