Que los perros y gatos son diferentes es un hecho, pero, ¿por qué?, ¿son acaso más inteligentes los gatos que los perros?, ¿tiene que ver con la domesticación?
Si navegamos por internet nos encontraremos mucha explicación a medias y también muchos argumentos interesados. Los amantes de los gatos dirán que estos son mucho más listos que los perros, y algunos añadirán también motivos esotéricos, colocando al minino a la altura de los dioses. Los más perrunos se defenderán con el tema de la fidelidad, asumiendo, quizá, que aceptar una jerarquía y ser más sumisos son rasgos de mentes más simples.
Pero pensar que el individualismo es rasgo de inteligencia y el gregarismo no, son conceptos humanos y muy modernos. Salvo en los últimos siglos, siempre se ha pensado todo lo contrario. La inteligencia tiene muchas definiciones, pero la más aceptada por la comunidad científica es que la inteligencia es la capacidad de adaptarse al medio, cambiando con él, si es necesario, para sobrevivir. Las dos especies que nos ocupan han poblado, junto a los humanos, todo el mundo. Son, por tanto, un ejemplo de inteligencia.
¿Por qué son diferentes?
Entonces, cómo se explica que sean tan diferentes a la hora de comer, de comportarse, de limpiarse, de adiestrarse… Como siempre en Culturaanimal.es vamos al origen de las cosas, y todo parte de una elección que tomaron los antepasados de los felinos y los caninos, que fue si vivir en manada o vivir en solitario. Menos los zorros, todos los caninos viven en manada y todos los felinos, salvo los leones, viven en solitario, pues, aunque puedan vivir en colonias como los gatos, no tienen una estructura jerárquica ni utilizan al grupo para conseguir ventaja para sobrevivir.
Cualquiera de las dos estrategias evolutivas tiene sus pros y sus contras: el grupo te da protección y la posibilidad de cazar piezas grandes, pero hay mayor competencia si los recursos son limitados. La soledad te obliga a cazar piezas más pequeñas pero no tienes que compartirlo con nadie y además te ahorras las peleas y la presión que siempre hay dentro de un grupo. Ello hace que el comportamiento sea muy distinto y ese es el origen de las diferencias entre perros y gatos, pero, ¿cuáles son exactamente? Vamos a ello.
Diferencias entre perros y gatos
Vamos a ver cómo cada comportamiento de nuestro perro o gato tiene una explicación lógica.
Forma de relacionarse
Los perros viven en grupo, cazan en grupo y forman manadas, no tan estrictas como las de sus parientes salvajes los lobos, pero provistas de una jerarquía en cualquier caso. Dentro de un grupo hay ejemplares más amistosos, menos y algunos que depende de cómo sople el viento… Quien ha estado con muchos perros sabe que cada uno tiene su propia personalidad, y es importante para los miembros de un grupo saber leer el estado de ánimo de los demás, así como saber expresar el suyo. Tienen un complejo sistema de señales de calma que utilizan para saber las intenciones del perro con el se cruzan y son capaces de entender nuestro estado de ánimo, fijarse a dónde estamos mirando o señalando y hacerse entender de muchas maneras si quieren pasear, comer, entrar o salir.
Los gatos, en cambio, aunque pueden vivir en colonias, no hay una jerarquía estricta, ni un grupo estable formado. Los miembros se colocan dentro del grupo como pueden y entran y salen de él sin problema, pues cada uno se busca la comida por su cuenta. En la naturaleza, los gatos monteses son cazadores solitarios, lo que implica que tienen que mantener su territorio de caza libre de otros ejemplares de gato que ocupen su mismo nicho y cacen sus mismas presas. Ya es suficientemente difícil encargarse uno solo de conseguir comida, para que venga otro a robártela.
Para un gato, un congénere es, a priori, un enemigo, por eso la presentación de un nuevo ejemplar en casa es más difícil, en general, que con un perro. De igual manera, aunque pueden hacerse entender perfectamente si quieren entrar o salir de algún sitio y los maullidos pueden ser diferentes según la ocasión, son menos expresivos y al ser humano en general nos resulta más difícil entender sus cambios de humor.

Forma de comer
Para un perro vivir en grupo es como tener 7 hermanos; las comidas deben ser rápidas y con cuidado de que el otro no meta la cuchara o el hocico en tu carne. Además, en la naturaleza, su vida en manada les permite cazar piezas más grandes, tras un gran gasto de energía, eso sí, por lo que comerán hasta hartarse, pues el ayuno será la tónica general de los siguientes días. Los cánidos no son cazadores tan eficaces como los felinos y puede pasar tiempo entre una presa y otra. Lo que no comas ahora, se lo comerá otro, por eso se gestionan tan mal la comida y si les dejamos siempre el plato lleno de pienso lo normal es que acaben con muchos kilos de más.
El gato es un cazador excelente, tal vez demasiado, pues donde hay un gato muchas especies de pajarillos y pequeños mamíferos desaparecen. Pero lo cierto es que puede cazar todos los días e incluso guardarse las sobras para más adelante. No tiene que compartir. De ahí que ellos sí se puedan racionar el alimento.

Forma de ir al baño
Decir que los gatos son más limpios que los perros es darle cualidades humanas. Los dos cagan y mean. En realidad es algo completamente subjetivo, pues es cierto si los tenemos en un piso, pero si estamos en una casa de pueblo, con los dos libres por ahí, no veremos hacer sus cosas a ninguno de los dos.
Los perros, al igual que sus parientes los lobos, están, como especie, en la parte alta de la pirámide alimenticia. Suelen ser los cazadores más grandes que rondan el lugar, además van en grupo, por lo que se trata de que las otras posibles manadas sepan por todos los medios que son ellos los que están en ese territorio. Las cacas y las marcas de orín se colocarán especialmente en los límites del territorio y en los cruces de camino y se trata de que sean bien visibles por todos. Cuando se ve a los perros que escarban tras hacer sus deposiciones no es para tapar lo que han hecho, sino para marcar el suelo con sus uñas y el olor de las glándulas que tienen entre las almohadillas.
Los gatos son animales pequeños que son susceptibles de ser cazados por otros animales como lobos, zorros, águilas… Por eso distinguen mucho entre las marcas de territorio y sus deposiciones. Las primeras pueden ser arañazos en árboles, paredes o sillones, a ser posible lo más alto que pueda para que el que pase por allí vea lo grande que es. También hay marcas de orina con el mismo propósito que se producen en los mismos sitios. Las deposiciones, en cambio, se ocultan para evitar dar demasiadas pistas sobre su zona de comida o de descanso. Por eso no es conveniente colocar el arenero cerca de donde comen, pues lo rechazarán. El lugar más adecuado para ocultar sus cosas será el arenero, frente al suelo duro de un piso, pero si no está en el sitio adecuado o no les convence, no dudarán en hacerlo en otro lugar.
Forma de adiestrar
Los perros llevan trabajando con nosotros desde hace, al menos, 10.000 años. Durante todo ese tiempo nos han ayudado con la caza, la guarda y el pastoreo. Han aprendido a relacionarse con nosotros como ninguna otra especie, a entendernos y a depender de nosotros. Sus genes de vivir en grupo y su sentido de la jerarquía nos han permitido adiestrarlos a niveles impensables con otras especies, ni siquiera con los simios. Un perro aceptará hacer lo que le pidamos solo por agradarnos. La tendencia natural del perro es acercarse al ser humano y su comunicación con nosotros es innata.
Se cree que los gatos llevan con nosotros más o menos los mismos años, pero su domesticación ha sido muy diferente. Se usaban como control de plagas, pero no trabajaban codo con codo con el humano. En muchos lugares, aún, los gatos «de la casa» son animales que están por el patio o por el almacén controlando a los ratones, pero sin contacto directo con los humanos. Se aprovechan de la proximidad humana, nos toleramos mutuamente, pero no somos indispensables para su existencia. Si un gatito no es manipulado por humanos en su primera infancia, entre el día 9 y la semana 9 de vida, su tendencia será la de huir de nosotros.
Este rasgo es característico de las especies no domesticadas. Se puede conseguir un tigre o un lobo manso, incluso varias generaciones de tigres y lobos mansos, pero si no manipulamos a sus crías desde pequeñas, incluso si no las manipulamos casi a diario durante toda su vida, nos rechazarán. Cualquier gato casero podría volver a la vida salvaje si fuera necesario.

Conclusión
No hay nada de místico, ni hay una diferencia de inteligencia entre ellos. Tampoco es simplemente que los gatos son más independientes, como si eso lo hubieran decidido ellos o fueran unos adolescentes inconformistas y los perros unos niños sumisos. Los gatos caseros crean unos vínculos con nosotros que se nota cuando no desaprovechan la ocasión de tumbarse encima de ti, pero es cierto de que va a depender de su carácter y de su grado de socialización en su primera etapa de vida. Su cara de perplejidad continua o su altivez egipcia no tiene nada de esotérico, sino de una menor expresividad facial, porque no la necesita. Los perros son animales complejos, con un cerebro preparado para relacionarse con otros, con un lenguaje rico y un nivel muy alto de compenetración con el humano, pero depende del grupo y de nosotros.
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