Aunque me he resistido un poco, ayer vi por fin el programa que César Millán ha rodado en España. No tiene que ver con el formato habitual de su programa en EEUU, sino que tres familias optan por adoptar a un perro de albergue y César debe valorar cuál de ellos son los más adecuados para hacerlo. Eso se completa con un reportaje con algún famoso.
Creo que vi una repetición por la noche y tuve que esforzarme por terminar de ver el programa porque me aburrió. En realidad debo confesar que es César Millán el que me aburre desde hace tiempo.
Eso si, debo reconocer su carisma y su capacidad para hacer TV. Históricamente ha sido muy difícil hacer un programa sobre perros que fuera interesante y él ha hecho uno de éxito internacional.
Todos los que nos dedicamos al mundo del perro deberíamos agradecer también que haya introducido la educación canina al público general. Antes, la solución a los problemas del perro era «llevarlo al pueblo». Con César Millán la gente sabe que hay otras soluciones y que hay personas que se dedican a darlas.
Sin embargo, como he dicho antes, hace tiempo que me aburre mucho. Me aburre sobre todo su discurso jerárquico y sus terapias de ejercicio físico.
Usar la jerarquía como explicación y a la vez solución de cualquier cosa que le pase al perro está cada vez más en desuso por la comunidad científica. Las teorías jerárquicas se están quedando obsoletas (ver artículo de este blog aqui).
El ejercicio es pan para hoy y hambre para mañana. El perro debe llevar una vida sana, pero sus problemas psicológicos no se van a resolver con cansarle. Si le hacemos correr 10 km todos los días tendremos un atleta, no un perro más tranquilo. A largo plazo es ineficaz por sí solo pero de forma inmediata es muy efectista y al fin y al cabo de lo que se trata es de hacer TV.
Su discurso de dominancias y sus teorías de energías y enfoques y demás, también entran dentro del show televisivo. Con poca o casi ninguna base científica César ha ido creando explicaciones a lo que veía y observaba con sus perros desde pequeño y creo que, en parte, ese es uno de los secretos de su éxito.
Cuando voy a las casas de mis clientes a asesorarles sobre el comportamiento de sus perros y les tengo que explicar la creación de una serie de normas, la importancia que tiene que hagan respetar esas normas y cómo va a afectar eso en el carácter y la personalidad de sus amigos caninos, tengo que esforzarme mucho e intentar ser lo más gráfico posible. (en realidad lo que hago se parece mucho al programa de Cuatro «La Supernanny»). Sin embargo, César Millán llega a una familia y les dice que su perro es dominante y que eso no puede ser. La familia es una manada y el cabeza de familia debe ser líder. No puede ser de otra manera. Y la gente lo entiende a la primera. Además adorna todo lo demás con «energías», «estados de la mente», «enfoque» y todo encaja.
Mi queja en sus programas es el escaso valor educativo que en realidad tienen. Hay que verlos como si fueran una serie de ficción para entretenerse. Las técnicas de César Millán solo las puede hacer él mismo.
Este nuevo programa de Cuatro no es más que una excusa para que se luzca el protagonista y demuestre su control y manejo de los perros, aunque por debajo subyace el mensaje de la adopción. Si eso sirve al menos para que la gente entienda la necesidad, no solo de aumentar la adopción, sino sobre todo de disminuir el número de abandonos, bienvenido sea.
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