Hace tiempo que le vengo dando vueltas al concepto real de lo que es un líder. Dentro de mi interés creciente, supongo que por la edad, de intentar llegar a la esencia de las cosas, estoy replanteándome qué es de verdad un líder y cómo debe ser un líder.
Hace tiempo que el mundo de la empresa estudia y analiza este concepto para aplicarlo a la dirección de grupos de trabajo. Hay ensayos que explican cómo convertirse en uno y cómo hacer, punto por punto, para conseguir sacar el máximo rendimiento de un grupo humano, dependiendo incluso del tipo de trabajo. Así, si se trata de una labor creativa hay que dejar más libertad y ser un jefe seguro que guía al resto de cabezas pensantes y si se trata de un trabajo más manual, con empleados más díscolos o menos preparados, hay que mantener el control de una forma más exhaustiva. De lo que se trata es de producir más y mejor, obviamente, y se consigue mejor con unos trabajadores felices que con trabajadores aburridos o desmotivados. Esto que parece lógico, muchos empresarios no lo tienen claro, pero eso sería otro tema.
El caso es que, en cualquier curso o estudio sobre dirección de empresa, se habla sobre cómo ser un líder, pero yo no termino de ver muy claro si realmente eso es algo innato en las personas o si de verdad se puede aprender. Personalmente, creo más en lo primero.
En la vida adulta, en nuestros trabajos, es fácil que a quien te toque obedecer no sea un líder nato al que le reconoces el mando por su preparación para ello, sino que debes respetar una jerarquía habitualmente caprichosa. Pero cuando nos vamos a los niños o a los animales, descubrimos claramente cómo las personalidades dominantes y sumisas están más claramente delimitadas y son innatas. Eso no quita que haya personas o animales que deban asumir el liderazgo en determinadas ocasiones o cuando no hay nadie más. En los zoos es habitual que el segundo macho del grupo tenga que tomar las riendas cuando desaparece el líder, aunque seguramente en la naturaleza, con más competencia, nunca lo sería.
También es posible que, en determinadas ocasiones, un ejemplar sumiso quiera dominar la situación. Pasa mucho con los perros mimados en casa. Muchos de esos ejemplares serían unos mindundis en una manada, pero dentro de un espacio consentidor, acostumbrados a tener todo fácil y a que nadie les rechiste, acaban convirtiéndose en verdaderos machos alfa que tienen a todos a sus órdenes.
La imagen de líder empresarial, creo que ha desvirtuado su verdadero significado, desviando el objetivo al resultado y no a las personas. Además, ayudado por las conclusiones parciales de viejos experimentos sobre jerarquías (ver mi artículo sobre jerarquías) con esa idea tan extendida de que llegar a ser líder solo se consigue peleando y se mantiene en constante tensión, sometiendo a todos constantemente para no perder el status, hay una imagen del líder violento y agresivo.
Sin embargo, se olvida con demasiada frecuencia, que el líder es el defensor de un grupo. Es el primero que come pero también el primero que da la cara ante el enemigo. El líder vela por el mantenimiento del grupo, manada o familia y debe tomar las mejores decisiones para conseguirles alimento y bienestar. Normalmente los grupos de los grandes animales sociales como los primates o los cánidos son grupos familiares en los que la jerarquía está muy clara y no se pone constantemente en duda, aunque sí se refuerza.
Es curioso ver a los niños pequeños jugar. Se ve claramente quien es un líder natural al que le gusta controlar su entorno y consigue los mejores juegos para él y los suyos, pero también se ve a los que no están cómodos mandando y buscan detrás de quién colocarse. Las dos aptitudes son naturales y llevadas, pues, naturalidad no son negativas.
Yo creo que un líder nace, aprende a canalizar esa dominancia y se hace notar allá donde va sin lugar a dudas. He conocido gente así y he tenido a algún jefe también. Personas a veces duras, exigentes, pero que te defienden a tí y a tu trabajo, aunque luego en privado te caiga la bronca del siglo. Personas a las que les reconoces el mando sin cuestionarlo. Son las que mandan y ya está. Reconozco que no son muchas ni estaban en puestos relevantes, y también creo que es mucho más fácil recorrer la jungla y enfrentarse a otro grupo de gorilas que te quieren matar que lidiar con el personal de una oficina o un bloque de vecinos.
Para explicar bien, el concepto de líder en la naturaleza, recomiendo encarecidamente la película Instinto, de 1999, dirigida por Jon Turteltaub y protagonizada por Anthony Hopkins y Cuba Gooding Jr. En ella, un científico que ha estado conviviendo con una familia de gorilas en libertad, vuelve aparentemente con la cabeza perdida, y le encargan su tratamiento a un psicólogo novato que descubrirá qué le ocurre realmente. Una mezcla del mito de tarzan a la inversa y Alguien voló sobre el nido del cuco. Disfrutadla.