A veces pensamos que para poder observar animales salvajes es necesario salir de las ciudades y recorrer cientos de kilómetros, pero lo cierto es que las grandes urbes como Madrid son ricas en fauna. Hoy quiero que me acompañen a dar un paseo por el margen del río Manzanares. Y no se preocupen, que no hacen falta unos grandes prismáticos ni mucho conocimiento, solo prestar un poquito de atención. ¿Empezamos?
Todas las especies de aves que salen en este post las pude ver en un tranquilo paseo con mi hijo en la zona del río más próxima al Puente de los Franceses. Todas, o casi, son reconocibles a simple vista, aunque si disponen de unos prismáticos, mejor que mejor.
Unos de 8×40 (8 aumentos x 40 mm de apertura) son buena opción, pues con más aumentos tendrás problemas para enfocar si el pajarito se posa cerca y con una apertura menor te costará hacer barridos para encontrar el ave que ya está en vuelo. Para un post más concreto sobre prismáticos podéis ver éste.
Pero más alla de los trastos, lo importante es observar primero con nuestros propios ojos. En este primer post veremos las aves grandes, y en uno próximo los pajarillos.
En el río Manzanares, durante todo el año, podemos ver fácilmente a las parejas de ánade real o azulón:
Se puede comprobar fácilmente la diferencia entre el macho, más colorido, y la hembra, preparada para pasar desapercibida en los márgenes del río cuando incuba sus huevos. Estos pájaros son antepasados del pato doméstico y muy habituales en ríos y charcas urbanas.

Otra gran ave, que no pasa desapercibida, es el cormorán. Típica de zonas de ribera e incluso de costa. Es habitual verlos pescar
Volar por encima de nuestras cabezas

Y secar sus plumas en las casetas flotantes

Este año, han encontrado un sitio perfecto en lo que ya es llamado en el barrio como «el árbol de los cormoranes».
Las gaviotas son también habituales en el invierno. En el Manzanares podemos ver fácilmente dos especies: la reidora



En la época nupcial, tienen toda la cabeza oscura, pero en invierno se quedan solo con una pequeña mancha detrás del ojo. Pero cuidado, porque aunque el tamaño de la mancha puede variar en algunos ejemplares (como puede verse en las fotos), son la misma especie.
Y también ojo con los ejemplares jóvenes que aún mantienen parduscas la parte superior de las alas.

La otra gaviota que podemos ver con facilidad es la patiamarilla:


La primera foto es de un ejemplar joven, que poco a poco irán perdiendo sus plumas pardas hasta llegar a adultas (segunda foto). Se confunden habitualmente con gaviotas argénteas, muy parecidas, tanto que hay discusión entre los científicos en si la patiamarilla puede ser incluso una subespecie de aquella.
Hay más especies de gaviotas, como la sombría, pero limitándome a las especies vistas en mi pequeño paseo, lo cierto es que en esta zona del río no suelo verlas.
Otra ave grande, inconfundible, son las urracas.

Familia de los córvidos, gran oportunista y ave de fábulas y mitos populares.

Hará unos 20 años, un amigo me preguntó fascinado qué era un pájaro raro, grande, negro y blanco y con cola larga, que había visto por primera vez en un parque de la Ciudad Universitaria. Quién nos iba a decir que esa especie conquistaría todos los parques de la ciudad.
Pero eso puede cambiar por culpa de una de sus mayores competidoras llegadas de fuera.

Las cotorras argentinas han ocupado algunas de las principales ciudades de España, según un censo de SEO/BIRDLIFE, hay cerca de 20.000 ejemplares en todo el país y en Madrid entre 5.875 y 6.643 repartidas en 2.091 nidos como este:

Nidos grandes y pesados que ocupan en comunidad y que hacen peligrar la integridad del árbol debido a su peso.
Algunos expertos no hablan en este caso de especie invasora, sino de especie introducida, ya que los primeros ejemplares fueron animales escapados o directamente soltados por propietarios sin conciencia que compraron una cotorra sin informarse del ruido que pueden llegar a hacer. De esos pequeños gestos, vienen estos «lodos».
Quién sabe si ese era también el caso de este pequeño pajarillo:

Aunque, en este caso, es probable que el pobre periquito no aguante el invierno.
Otras aves, en este caso autóctonas, que no tienen buena consideración entre gran parte de la población que sufren sus excrementos, son las palomas. En las ciudades han encontrado comida y protección ante los predadores naturales, por lo que cada vez es más habitual especies más típicas de zonas rurales o campestres:

Como la torcaz…

y la tórtola turca. Aunque la más habitual es la bravía.
Y todas sus posibles mezclas con palomas domésticas.
Por último, y como ejemplo de la variedad de garcetas que se pueden ver en zonas más bajas de Manzanares, muchas noches sube hasta el Puente de los Franceses una gran garza real.

No es fácil de ver, pues solo viene a pasar la noche, pero es fácil que te dé un susto al salir volando de repente. Impresiona ver un ave como esta en mitad de la ciudad.
Espero que os haya ayudado a pasear cerca del río con otros ojos. No os perdáis mi próximo post donde aprenderemos a diferenciar a los gorriones de los herrerillos y veremos una auténtica sorpresa, digna de un río de agua más pura.
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