Ayer día 31 de agosto fuimos a una boda, pero además de los habituales regalos para hombres y mujeres para recordar el evento, nos trajimos un gatito de 3 o 4 semanas. ¿Cómo? no lo sé muy bien, tal vez porque estaba escuálido, tal vez porque mi hijo ya le había puesto nombre o tal vez por la cara de mi pareja mirándome con esos ojos de: «sé que no podemos pero me lo quiero quedar y no te lo quiero decir».
El caso es que la cena se hacía en unos viveros reconvertidos en lugar de celebraciones y una chica joven, de la parte de la novia, lo encontró o mejor, la encontró, desorientada en la zona de aparcamiento.
Cuando yo la vi, estaba metida en una caja de botellas de vino, con un poco de leche de vaca. Buscaban a alguien que se la llevara, pues el personal del local no parecía querer hacer nada por ella. Al ver la carita de mi pareja, no pude por menos que llegar a un acuerdo: «Bueno, si nadie la quiere al final de la fiesta, nos la llevamos y se la damos a la asociación SOS gatos, que son vecinos nuestros». Según lo estaba diciendo tenía claro que esa noche no volvíamos solos.
A ver, mis reticencias a tener gato son dos; primero, el dinero. Tenemos un niño de 4 años y una perra de 6. Nuestra economía no es muy boyante y atender a un gato tiene unos costes, y segundo, las vacaciones. Me encanta viajar, aunque sea un fin de semana, y en verano, en cuanto hemos podido, me gusta viajar al extranjero. Con Lúa, nuestra perra, podemos ir a cualquier sitio dentro de España. Está acostumbrada a estar en hoteles desde cachorra, y cuando hemos salido fuera, mis padres se han hecho cargo de ella gustosamente. Pero, los gatos no son de viajar así tan alegremente y encasquetarles a mis padres un perro y un gato me parece demasiada jeta.
De momento la hemos traído a casa, yo la notaba muy débil y he temido que no pasara de esta noche, pero ha aguantado como una campeona. Tiene la respiración fuerte y busca constantemente nuestros brazos. Le hemos pedido a nuestro hijo que la ponga un nombre (aunque sé lo que significa eso) y como es un apasionado de Harry Potter, el nombre elegido a sido Hermione.
Afortunadamente teníamos una caseta, arena, comederos y algo de comida húmeda de nuestra tienda. La estamos liquidando porque no va bien, pero nos quedan cosas, así que las hemos aprovechado.
No hemos querido presentarla a nuestra perra Lúa hasta después de la revisión veterinaria. Esta la ha pasado sin problemas. Nuestro veterinario nos ha confirmado que tendrá unas 2 o 3 semanas, y que no hubiese aguantado un par de días más, por lo débil que está. La ha desparasitado e inyectado vitaminas. Ahora solo queda esperar. Si come y coge peso es que todo va bien, si no, es que es posible que pueda tener algún otro problema interno y se la complicarían las cosas. La verdad es que se la ve atenta y nos busca, aunque se mueve poco porque energía no la sobra.
Ahora pesa 395g y es un saquito de huesos. En los próximos días iré publicando post contando los avances y también qué hemos decidido. Mi pareja ya dice eso de «si nos la quedamos, habría que…». En fín.
P.D: Ah, Lúa ha percibido un olor raro proveniente de la habitación y estaba muy curiosa, así que los hemos presentado. Los dos se han olido con curiosidad. El instinto maternal de Lúa creo que va a jugar a favor. Hermione por su parte parece tener un carácter super dócil. Habrá que ver cuando coja fuerzas.
0 Comment