La película El último caballo es el primer alegato ecologista del cine español y fue dirigida por Edgar Neville en 1950, en plena dictadura franquista.
¿Por qué hay que ver esta película? Porque el guión podría haber sido escrito ayer, practicamente sin cambiar una coma. Es muy interesante ver cómo se habla de ruidos, humos, deshumanización, insolidaridad, sueldos bajos, altos precios y construcción desenfrenada, ¡en los años 50!
Y también hay que verla porque está el gran Fernando Fernán Gómez y porque, como todas las películas de Neville, Madrid es fácilmente reconocible a pesar de lo mucho que ha cambiado.
Desde la plaza Cervantes de Alcalá de Henares, sin coches ni bordillos, a la Gran Vía de Madrid.
¿De que va? El mismo día que Fernando (Fernando Fernán Gómez) termina el servicio militar obligatorio (la mili, para los que no la vivieron) en el cuerpo de caballería, les comunican que al día siguiente todos los caballos van a ser sustituidos por unidades motorizadas.
Todos ellos, con los que han compartido dos años de mili, serán vendidos a un marchante que los utilizará para las plazas de toros.
Hay que explicar que, en esa época, los caballos de los picadores no iban protegidos y era normal que los toros los destriparan.
Ante esta perspectiva, Fernando, no puede permitir que su caballo Bucéfalo, un animal tan noble, corra tan incierta suerte y consigue que se lo vendan a cambio de todos sus ahorros, unas 9000 pesetas que tenía ahorradas para casarse.
Es fácil imaginar la bronca monumental con su novia cuando le dice que tendrán que postergar la boda unos cuantos meses más, porque se ha gastado sus ahorros en un caballo.
Pero sus dificultades no terminan ahí. Madrid ha cambiado. Los carruajes de caballos han dejado paso a los coches modernos y los carros de mulas a los camiones. Ya no hay sitios en donde poder dejar a Bucéfalo ni donde darle de comer.
Fernando está destinado a tener un trabajo precario en una oficina que le explota por poco dinero «porque las cosas ahora mismo están muy mal» y una mujer que no lo quiere y solo busca casarse antes de que se le pase el arroz. Pero, con un poco habitual sentido de respeto por los animales y concretamente por su caballo Bucéfalo, entiende que es más importante gastar el dinero en salvarlo de morir destripado que en casarse inmediatamente, o posteriormente en comprar medicinas para él en lugar de un anillo para la novia.
Se distancia de la sociedad seguramente porque no ve a su alrededor esa misma sensibilidad.
Y es que la vida moderna ha sustituido al Madrid tranquilo y provinciano que él conoció antes de irse a la mili. Al volver, descubre que la ciudad se está comiendo la vida y las prisas impiden al hombre vivir tranquilo, disfrutar de las cosas y ser solidarios con los demás. Junto a una joven florista (Conchita Montes, pareja de Neville) y su amigo bombero (José Luis Ozores) intentan volver a vivir «como en el mundo antiguo».
Hay que reconocerle a Neville una visión demasiado romántica de la vida rural anterior a los coches y la modernidad, pero no deja de ser paradójico que hace 65 años se hable de humos en Madrid, cuando ahora es muy habitual las alarmas y las restricciones de tráfico por el aumento de los niveles de contaminación.

¿Dónde verla? De momento se puede ver legalmente en Yomvi, para los usuarios de Movistar plus TV, y también puede comprarse en Amazon desde 9.92€. Puede ser un bonito regalo para todos los amantes de los caballos, del cine, de Madrid y del «mundo antiguo».
Un último presente, atención destripe.