Sebastián no va al colegio. No hay nadie que le obligue. Su madre se fue a América, al otro lado de las montañas, o al menos eso le dice César, al que llama abuelo aunque sabe que en realidad no lo es, como Angelina tampoco es su prima.
A pesar de no ir a la escuela como los demás niños del pueblo, aprende muchas cosas de César. Sabe que no se debe matar a las hembras de rebeco en verano, porque están con sus crías, y también sabe que no se debe matar a los ciervos en la berrea, cuando son más vulnerables. No es justo. Pero sobre todas las cosas, sabe que debe tener cuidado con la Bestia, un perro que se escapó de un dueño maltratador y que ahora campa por los valles matando ovejas.
Pero un día se encontrará con ella.
Belle y Sebastián (Belle et Sébastien) es una de esas joyitas del cine que aparecen de vez en cuando y nos alegran el día. Fue rodada en el 2013 por Nicolas Vanier, especialista en películas con animales como Lobo (2009), y El último cazador (2004). Está basada en la novela de Cécile Aubry y es apta para todos los públicos.
Podría ser una película más sobre la amistad entre un niño y un perro, y tal vez no queráis seguir leyendo, pero no lo es. Hay un niño, sí, y un maravilloso montaña de los Pirineos
Pero es mucho más. Es una película sobre la supervivencia del ser humano en los momentos difíciles, es la dicotomía de un pequeño pueblo de los Alpes franceses en plena II Guerra Mundial que debe poner buena cara a los invasores mientras intenta mantener su dignidad. Es una historia de amistad.
Nicolás Vanier nos lleva como en una nube por entre los valles y las cumbres de unos Alpes que se muestran en todo su esplendor gracias a la fotografía de Eric Guichard y la música de Armand Amar. Las escenas de transición son extremadamente bellas, haciendo que la trama avance sin que te atrevas a pestañear.
El tratamiento que hace Vanier del perro es extraordinaria. No hay nada mejor que ver a un animal en su medio natural, y los montañas de los Pirineos están hechos, sin duda, para vivir en esas cumbres protegiendo al ganado. Pariente de nuestro mastín o del pastor de maremma, el montaña tiene todas las características de este tipo de razas: mucha confianza en sí mismos, fortaleza, devoción por el dueño y paciencia infinita con los niños.
Siempre agradezco que en las películas los perros se comporten como tales, sin humanizarlos, porque cuando los perros se comportan como hombres es que el guionista se ha quedado sin recursos para contar una historia. (ver crítica a Bajo cero aquí).
Afortunadamente, Belle y Sebastián se muestra como una gran historia para ver con nuestros hijos o con la pareja o con nuestro perro. Es lo que tienen las grandes películas.
Y un último regalo para los que llegáis hasta el final:
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